La lluvia caía sumisa entre los árboles… Su aroma parecía penetrar cada poro de mi piel, como una especie de caricia sutil que se refugia en los sentidos.
Su fragancia dibujaba colores en la inmensidad de la noche, desprendiendo de ella suaves brisas de ensueño. Pareciera que ese olor que cae del cielo rompiera la corteza de los árboles, la piel de la tierra, y de las mismas plantas… Un conjunto de aromas que se fusionan en el de esos pequeños cristales que se mecen al viento.
Un olor que me transporta a una burbuja, donde los edificios y el ruido de la ciudad dejan de existir...
La lluvia cae con más intensidad, y su perfume se hace cada vez más latente en mis sentidos… Mientras que cada lágrima del firmamento se consume en la huella de los transeúntes. Mientras que cada fragmento de ese aroma se pierde en el ritmo acelerado de los transeúntes…
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